Eres mi momento más auténtico,
mi verdad menos vestida,
la calma y la sintonía entre lo que son “las tripas”
y el alma que inventa la poesía.


Las alas de los versos más tristes,
que fotografían los abrazos rotos
y la almohada que llora su ausencia
sin clemencia...


Porque contigo no hay lugar para la vanidad
y las dos huimos de la caridad.


No es piedad lo que busca mi bocapara ser elegida,
ni para compartir contigo este viaje infinito que termina con el día,
pero es en el que estoy segura me quedaré para siempre,
cuando la vida no me ofrezca otra salida.


No más “calles de emergencia”, ni más almas que inventen ser gemelas,
No más llantos desolados, ni cárceles de oro blanco.


Tú sabes que no es como siempre para siempre,
sin respuestas, sin preguntas
y sin dudas. Estás, están, es cierto,
y en la oscuridad de la noche, se hacen mis estrellas, pero no siempre me gusta lo que me enseñan,
porque tu ausencia me devuelve al frío, me provoca un vértigo sin destino, me hace ver el abismo y todo perdido...


Pero no hay respuestas ni preguntas...te amo porque sí,
sin más y sin mal.
Frente al dolor que sin duda causa este amor,
junto a todas las soledades a las que nos lleva desearnos y no encontrarnos en los huecos de la cama en la que no puedo estar cuando te vas.


En esas muertes cotidianas, que me congelan la esperanza y me callo para que tu dolor no me diga “adiós”, no sea demasiado y no puedas soportarlo. Yo lo hago por los dos y sin razones y sin excusas y sin mentiras y sin verdades, sin absolutos, ni relativos. Lo hago simplemente y ya es bastante.


No tengo un argumento para que hagamos una película distinta, ni soy capaz de narrarte mi mejor ensayo, ni escribirte una ópera imposible, y menos aún hacerte libre, que es lo que necesito de ti, para que seas feliz,
¡pero te amo!


Y no es posible detener el aire ni que deje de ser en ocasiones viento, por muy ligero que sea el vuelo o muy movediza la tierra.
Incluso a la mar más poderosa, le rodea el manglar y ese lodo de ninguna parte, que rompe con todo.


Yo te amo irreverentemente y sin bendiciones,
con todos los pecados para llevarte al de mi boca,
sin derecha ni padre,
ni llaves, ni puerta,
ni santos, ni infierno

y dejaré de ser agnóstica para vivir en el cielo.