Las horas se detienen en la misma ausencia
y vivo lo que te contaré,
sólo para que sean palabras
y que lo sientas conmigo todo el tiempo que nos falta.
Se complican las miras del más allá y de esta relativa verdad, escapándome de silencios y de tanto tiempo muerto,
al que no se puede volver, porque vivir es otro tipo de juego,
aunque también se trate de encestar aciertos y errores.
Sí, justo en este instante que no es en el que escuchas lo que siento ni escribo, te pregunto por tu mundo, pero mucho más que saber de él, necesito conocer si te ves en otro en común
ó si seré la historia que alguna vez te atrevas a pensar en voz alta de todo lo que ahora vas aprendiendo a callar...
Mientras que mis monólogos, que no son los de la vagina, acunan en lo más íntimo del “nosotros” un vuelo tan auténtico, que me veo en tus sueños, mientras alejo a las pesadillas, que se empeñan en dejar en la mitad mis alas y tu verdad.
Me visitan frases e imágenes envueltas en olores y en lugares
y no voy a darle a mi mente de comer, ni dejar esa parte que mi cerebro pretende que recorra para alertarme, por si alguna vez, formas parte de mi ayer, porque te quiero en mi viaje y te quiero interminable.